El carácter de Ronald Reagan solo puede definirse bajo el concepto de paradoja, la paradoja de quienes aun conviviendo todos los días junto a él, nunca llegaron verdaderamente a entenderle. Reagan era una paradoja andante, que no es lo mismo que una contradicción.
Era un hombre extremadamente ambicioso, pero que a su vez y en contra de toda lógica política se mostraba ilógicamente modesto. Ni la responsabilidad ni la gravedad de las decisiones que debía tomar doblaron su espíritu , Ronald Reagan era optimista por naturaleza. Era un hombre tolerante y disfrutaba de los sanos intercambios de ideas, no obstante, tenía una fe inquebrantable en ciertos asuntos básicos y no cuestionables. Era un hombre amable, simpático, galán, de trato cercano y alegre, pero a su vez, era un hombre cerrado en si mismo, solitario. Idealista pero práctico. Profundamente creyente y practicante esporádico, abogaba por la familia tradicional y sus valores y sin embargo su familia era de todo menos modélica, es hasta la fecha el único Presidente de la historia de EE.UU. que accedió al cargo habiéndose divorciado y vuelto a contraer matrimonio.
Como vemos, Reagan se movía en la paradoja, pero desarrollemos un poco más los desdoblamientos de nuestro personaje. Es especialmente interesante analizar a Reagan porque nunca sabes si el comportamiento que estas describiendo se ajusta a la realidad, me explico, Reagan nunca dejo de ser actor, por lo tanto, poseía una natural facilidad para cambiar de careta, haciendo francamente complicado dilucidar ante que Reagan te encontrabas.
Que el Poder corrompe, no estoy seguro, pero que el poder aliena si que estoy bastante seguro. Los presidentes norteamericanos viven en un búnker de ventanas cerradas (dicen que es por seguridad) al que llaman despacho oval, desde ahí rigen el mundo tan solo acompañados por un ejército de acólitos y de asesores, de forma, que un Presidente apenas puede mantener el contacto con la realidad. No saber que cuesta un café o un litro de gasolina son buenas muestras de que el día a día del gobernante dista mucho del quehacer diario del gobernado. Esto es cierto para todos los hobres de posición elevada, pero es especialmente cierto para todo un Presidente de los Estados Unidos de América gracias a un hecho diferencial, el poder. Cualquier Presidente o Primer Ministro de cualquier país ostenta una alta responsabilidad, esto es cierto, pero no es menos cierto, que la cantidad de poder que maneja y por tanto de responsabilidad, es limitada si la comparamos con la que maneja el Presidente de los EE.UU. Estados Unidos al ser la única superpotencia mundial se enfrenta al juicio del mundo y a una responsabilidad de governanza global, que le otorga una espectacular trascendencia. Este hecho, ha pesado en los corazones y en los hombros de muchos de los últimos presidentes norteamericanos, como refleja la estudiosa Claire Boothe Luce. Aunque pareciera lógico, esta realidad histórica, no podemos aplicarla a Reagan, quien al presentarle Claire Boothe Luce una pregunta al respecto, contestó con el humor que siempre le había caracterizado:
“Bueno, debo estar haciendo algo mal con mi Presidencia, por que la verdad es que la estoy disfrutando.”
A mi parecer, no hay mejor forma de mostrar humildad que usando el humor. A Reagan se le preguntó, que se sentía al ser el hombre más poderoso del mundo, su respuesta ha pasado a la posteridad:
“No creo que lo sea. Aquí mismo, en mi Casa Blanca, en algún lugar, hay un tipo que cada día pone un papel sobre mi mesa y me dice todo lo que voy a hacer cada 15 minutos. Él si es el hombre más poderoso de la tierra”
Reagan no vestía a la moda, era un hombre mayor, aunque vitalista y en un excelente estado de salud producto de una vida más ordenada y disciplinada de lo que quería hacer mostrar. Su look era provinciano, lejano al glamour de Hollywood o a la elegancia acaudalada de Washington D.C, abusaba de los trajes marrones para sus actos fuera de la Casa Blanca, pero a su vez, le daba un gran valor, casi teatral a las tradiciones y a la figura de lo que tenía que ser un Presidente, por eso, jamás se quitó la chaqueta dentro de la oficina, porque era una cuestión de “respetar las formas”.
Ronald Reagan era un solitario, el mismo se veía como el Cowboy de muchas de sus películas, un hombre valiente y solo, montado sobre la grupa de un caballo, un hombre decidido, con una misión y una historia que debía terminar con final feliz.
Nancy Reagan fue la persona que más cerca estuvo de su corazón y aun así algo la separaba. En su autobiografía My Turn, Nancy dejó escrito: “Aunque amaba a la gente, a veces se le veía ensimismado y no dejaba a nadie acercase demasiado. Había un muro alrededor de él. Yo estuve más cerca que nadie en el mundo y aun así sentía la barrera” Su párroco dijo de Reagan: “es un solitario hasta en su relación con Dios. Pero lamentablemente también lo es con sus hijos” Por último, fue su hijo quien dió con la clave de la paradoja, dijo Michael Reagan: “Él puede dar todo su corazón al país, pero le cuesta dar un abrazo a su propio hijo.”
Ronald Reagan era una Paradoja y la Paradoja siempre va asociada a la Grandeza.
Excelente trabajo sobre la figura de este gran personaje de la historia. Ojalá España tuviera su propio Ronald Reagan.
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